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lunes, 24 de diciembre de 2007

"LA VIEJA ÉSA DANDO SUS CLASES" - Recuerdos Pachecos

Sucedió hace unos 28 años, yo era un chaval de pantalones cortos. Con dificultad llegan a mi mente imágenes de un autobús con rumbo a Guanajuato, una noche muy irreal... Ahí está el recuerdo pacheco.

No recuerdo que miserable línea de autobuses nos deparó el destino, pero de que era algo cercano al borderline, era. El chofer del autobús era un tipo alto, gordo y con cara de haber comido heces fecales. De repente, a mitad de la nada y de la noche, detuvo el autobús e hizo saltar a su lugar a su asistente (que más bien era asistonto). Lo puso a practicar al volante no obstante el mismo chamaco se resistía. Unos kilómetros de caballeos, jadeos motorizados, frenones, salidas de la cinta asfáltica, sustos y lloriqueos del asistente, gritos y golpes del chofer hacia él, bastaron para que los pasajeros se opusieran a que el asistente siguiera practicando de noche, por la libre (no existían las autopistas, fue hace 28 diciembres), mal y empeorando, que terminaría matándonos, a lo que el chofer respondía callando groseramente a quien osara interrumpirle en su cátedra de manejo forzado. Pero la indignación creció y el asistente dejó el volante al chofer encolerizado, quien, en su arranque, comenzó a manejar como loco, a velocidades alarmantes, diciendo groserías. Yo iba en el asiento delantero, yo vi todo el show.

Como el viaje era con escalas en cada pueblo, al llegar a la siguiente central camionera, la gente saltó fuera del autobús para ir al baño, eso urgía en esos tiempos, era prioridad, los autobuses ni de broma tenían baño, sin embargo, una señora fue nombrada como la indicada publirrelacionista que fuera a la oficina de la línea de autobuses a quejarse. Así lo hizo esa dama representante del pasajero asustado, pero también tenía que ir al baño, así que se tardó treinta segundos de más.

El chofer loco salió de las oficinas mentando madres, se subió al autobús, obligó a todos a subirse, cerró la puerta y arrancó. Alguien se acordó de la señora y le pidió que se detuviera, que faltaba una pasajera. El chofer vio claramente que ya venía la señora haciendo señas, pero no se detuvo, arrancó a toda velocidad. En ese trayecto, el asistente fungió como guardaespalda del chofer demencial porque las quejas eran ya continuas y caballeros pasajeros estaban en guardia para someterlo. Ah, joder, eran otros tiempos, hoy nadie levanta la voz siquiera.

En la carretera noté cómo un vehículo rebasaba al camión, se colocaba frente y así se fue algunos kilómetros, hasta que aceleró y se perdió en la noche. Al llegar a otra central camionera, la foto mental que tengo, es de la señora parada delante de los ventanales de la sala de espera, acompañada a lo lejos de dos hombres de uniforme (no sé qué eran), justo siendo alumbrada por las luces del autobús... y lo que se me grabó en piedra en el disco duro fue lo que dijo el chofer al verla: "¡Ahí está la vieja ésa dando sus clases!"...

Chofer y asistente descendieron de la unidad y no volví a verlos. Estuvimos un gran rato esperando a que algo sucediera y sucedió. Subió otro chofer, se disculpó a nombre de la empresa (no recuerdo cuál), nos dijo dónde estábamos y cuánto tiempo más tardaríamos en llegar a Guanajuato. El ambiente en el autobús cambió radicalmente con el nuevo operador. La señora estaba de vuelta en su asiento y descansando, pasando el susto, la ira, la impotencia. No puedo recordar cómo es que supe después, o ahí mismo, que ese carro que nos emparejó era un taxi con esa señora a bordo. Una dama valiente, una "vieja ésa dando sus clases". La frase del chofer loco me ha acompañado toda la vida y no había reflexionado al respecto...

















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