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¡Éntrale a la paranoia!

jueves, 1 de noviembre de 2007

DON FÉLIX Y EL TLACUACHE - Recuerdos pachecos

“Estos miserables vinieron a dejar un tlacuache muerto en la caseta del teléfono” dijo indignado Don Félix mientras lo cogía de la cola y se encaminaba hacia el baldío para aventarlo. Menos mal que no fue incendiado, pensé.


Unas horas antes de ser encontrado por Don Félix, ese tlacuache había sido brutalmente pateado por los aires y una bota había caído sobre su cráneo casi al momento de caer. Fue una patada justa acertada como despeje de área porque el animal salió de entre los matorrales junto al carro. Fue uno de mis alterns ego. Fue una reacción futbolera de defensa legítima. Satanás, entonces, fue a rematarlo con sus botas.


Una vez sometidos por nuestra salvajada, decidimos, el Satanás y yo, ir a dejarlo, como muestra de nuestra batalla con los aliens, al punto de mayor visibilidad de la entrada de la colonia: la única caseta de teléfonos (de monedas de a peso) que había kilómetros a la redonda.


Esa época que mis alterns ego se juntaron con el expresidiario por homicidio, Satanás, fue muy borderline.



















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